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El diario de Virginia

Copos de una crónica en bus

Copos de una crónica en bus Un autobús puede ser -mejor dicho lo es- el lugar idóneo para encontrarte con los personajes más peculiares. Al menos ésa es mi experiencia. Y todavía tiene más gracia el asunto si viajas en un bus que recorre unos cuantos pueblos, más o menos cercanos, cuyos habitantes se conocen entre ellos. O si no se conocen resulta que el que va sentado dos asientos delante del mio es el tío-primo de fulanito que con veinticinco años se fue a vivir a Paraguay y resulta que ahora ha regresado al pueblo. En fin, ¡qué caos!

Pués nada, que el otro día cogí el autobús a las siete de la tarde- el viernes- para ir al pueblo y llegué, como siempre, con la lengua fuera tres minutos antes de que arrancara Fermín, el conductor. Iba a tomar asiento y divisé a lo lejos a mi amiga la truhancilla, Maitane. Y me dije: "Voy pá allá". Pero conforme iba acercándome hacia ella me fijé en que estaba hablando con un hombre que llevaba un sombrero. Y pensé: "Como esta tía conoce a todo el mundo, fijo que éste es el típico hombrecillo que vende manzanas en Pueyo con una furgoneta".

Me siento, le saludo a la tía y en cuestión de segundos comprendí que el hombre del sombrero, sentado a la misma altura pero en la otra fila de asientos, era el típico "pegajoso" de autobús que desvaría y cuenta su vida en verso a todo el mundo. Y no me equivoqué. Sinceramente, ese hombre estaba loquísimo. Enseguida pensé que se había escapado del psiquiátrico y miré a ver si llevaba camisa de fuerza. Ja ja ja ja... Lo de la camisa es broma.

Esa persona mostró un perfil un tanto peculiar y no es de extrañar porque según él mismo había estado toda la tarde tomando patxaranes por ahí. ¡Ah! Y esa tarde se compró unos calcetines para esquiar, en un principio, con los que no es necesario llevar botas. ¡Qué cosas! Y conoce todos los pueblos. Aunque creo que a veces sufre alguna confusión mental, ya que, al menos que yo sepa, en Orbara no ha habido ningún Pascasio.

Y para rematar la tardecita de autobús, que al final se hizo larga por la nieve que caía y el consiguiente estado de la carretera, casi no llegamos a casa. Justamente el bus decidió quedarse apalancado en mi pueblo, Orbara, y tanto maitane como yo estábamos deseando que Fermín abriera la puerta de una vez. El autobusito empezó a patinar y yo tenía ganas de cenar y Maitane, como no, de fumarse un pitillo en el bar.

Con todas estas anécdotas y un bizcocho me acosté y al día siguiente todavía había más nieve. Y menos mal que el señor del sombrero se bajó en su pueblo, porque temíamos que pudiera dejarse llevar por nuestra “simpatía” momentánea y bajarse en Orbara.

2 comentarios

lele -

ay virgi virgi!!! porque siempre te topas con personajes peculiares?? no sera que tu tambien eres un poco peculiar? no te olvides de contar tus aventuras en los carnavales este fin de semana eh? un beso

maitane -

Desde luego que fué un terrible viaje a Orbara... Pero todo lo que tuvimos que aguantar no fue nda para lo que me pensaba que podría habers siod, si no llegas a venir en el autobus. Te imaginas que viajecito me habrúia dado a mi sola. Desde luego, está clarisimo que tengo un peculiar imán para atraer a toda la fauna peligrosa alla donde voy. Desde que era pequeñika siempre me ha pasado lo mismo, sitio donde voy, allá que se nos pagea algun personaje de lo más curioso. Bueno pero ya llegamos a Orabara a tiempo de cenar y de fmar un cigarrito!!!!! Bueno y la nieve sin parar todo el fin de semana. Yo no se si es cosa de la nieve o el reflejo del sol en la nieve el que nos afecto el sábado, pero sgeuramente la virgi tendrá algo interesante que contar. Sobre todo, que sepais todos que prefiere a koldindadndon que a landindandon!!!!!!! jejeje. Bueno, no digo nada. jeje